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Como se señaló anteriormente desde Katehon, la reorganización de los talibanes después de la muerte de Mullah Mansoor conduce a la radicalización y al fortalecimiento del ala militar, y al aumento de las actividades contra las fuerzas de la OTAN que ocupan el país. Después de la designación del nuevo líder talibán, Mullah Akhundzada, los Estados Unidos decidieron recurrir a sus medidas habituales de bombardeo de saturación.
Este tipo de acciones, en los círculos de expertos estadounidenses en conflictos militares, se conoce como "no-estrategia", ya que este tipo de operaciones "cosméticas" no conducen a los cambios políticos que se necesitan y sientan las bases de la desconfianza hacia Washington.
Para cubrir la intervención en Afganistán, la Casa Blanca ha iniciado la ayuda militar al país. Ahora, el Pentágono prestará pleno apoyo a las fuerzas de seguridad y a los militares afganos. La aplicación del nuevo plan de acción será asignada al comandante militar de Estados Unidos en el país, el general John Nicholson.
De hecho, los Estados Unidos necesitan una razón para fijar su presencia en Afganistán. Desde el siglo XIX, cuando Afganistán se convirtió en el escenario de la confrontación entre el Imperio ruso y el Reino Unido, este país es una importante región de unión geopolítica. Su ubicación en Asia Central le permite controlar tanto Irán, como los países vecinos del norte y Pakistán. Además, Afganistán sirve como plataforma para el cultivo de opio. La guerra contra las drogas es uno de los métodos de represión que los anglosajones han utilizado durante varios siglos. No por casualidad, después de la ocupación de Afganistán por parte de los Estados Unidos y la OTAN, el narcotráfico desde ese país aumentó en más de diez veces.
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