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Todas las partes participantes tienen sus propios intereses, que a veces se superponen y a veces no.
Los talibanes están interesados en el cambio de las fuerzas políticas pro-occidentales y el establecimiento de un gobierno pro-islámico. Estados Unidos, a los ojos de los talibanes, es un enemigo que destruye sistemáticamente su identidad. Los ataques de los drones estadounidenses sobre las posiciones de los talibanes también contribuyen a la escalada de la violencia, ya que la mayoría de las víctimas de estos ataques es población civil, incluyendo mujeres y niños.
Las autoridades paquistaníes quieren proteger a su régimen y permiten a los talibanes reorientar sus actividades, incluyendo al vecino Afganistán.
En Afganistán, la situación se complica por la actividad de la organización de Jalaluddin Haqqani, conocida como la red Haqqani. Esta red es considerada por los Estados Unidos como una organización terrorista. La red Haqqani está cooperando activamente con los talibanes. El gobierno afgano está interesado en resolver este problema, pero también sufre una presión excesiva por parte de Washington.
China está interesada en el establecimiento de corredores de seguridad de transporte: gasoductos y oleoductos, así como líneas de ferrocarril, que formarán parte del proyecto de infraestructura de "La zona económica de la nueva ruta de la seda". De particular interés es para Pekín la ruta de tránsito que llega desde el puerto de Gwadar hacia el norte de Pakistán y hasta la frontera con China.
Los Estados Unidos pretenden mantener la apariencia de intentar establecer un proceso de paz. De hecho, para Washington es muy ventajoso el control sobre un gobierno débil en Afganistán y Pakistán, que están cumpliendo la voluntad de la Casa Blanca.
Anteriormente, el intento de resolver las relaciones con los talibanes terminó en fracaso. En lugar del acuerdo de paz, los talibanes comenzaron una ofensiva en varias provincias. Las fuerzas de seguridad tuvieron que responder contraatacanco y con represalias.
El principal problema es la presencia en la mesa de negociación de los representantes de los Estados Unidos. Este país está interesado en fortalecer su posición en el Rimland y, para conseguirlo, Washington recurrirá a cualquier medida, incluso llegando a una escalada de las tensiones. La mejor opción sería la exclusión de Estados Unidos del proceso de negociación, de este modo el resto de las partes no estaría sometida a una presión desde el exterior y se podría llegar a un consenso común.
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